Despúes de la muerte de Leonardo da Vinci, su discípulo Francesco Melzi, se quedó con los manuscritos que quedaron bajo su custodia, al haberlo estipulado Leonardo da Vinci.
Eran libros, cuadernos con notas, dibujos y otros papeles, que reflejaban su obra y pensamiento.
Melzi, se entregó a la tarea de ordenar las miles de hojas.
De lo recopilado, el resultado más coherente y terminado fue su "Tratado de pintura" cuyo contenido se transcribió, años más tarde, a lo que se le llamó el "Códice de Urbino", conservado hasta hoy en la biblioteca de la ciudad del Vaticano.
Lo que parecía seguro en las manos de Melzi, comenzará a fragmentarse, lentamente, a partir de su muerte, sus bienes se reparten entre sus cinco hijos. Orazio Melzi, sin saber que hacer con todos aquellos documentos, los amontonó en su bodega, donde permanecieron deteriorándose.
Lelio Gavardi, fué quien los halló, preceptor de la Casa Melzi, pensó en la importancia del descubrimiento, con el pensamiento de obtener beneficio económico, intentó venderlos a personas notables, pero fracasó en muchos casos.
De esta forma, los documentos acaban en manos de interesados, originándose la fragmentación y dispersión de lo laboriosamente conseguido por Francesco Melzi.
Hoy los principales manuscritos se encuentran repartidos en diversos países.
En Europa se distribuyen por Italia, Francia, Inglaterra y España.
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